Comercio justo

Ante las pésimas condiciones laborales que sufren, como ya hemos aprendido en anteriores entradas, los trabajadores de los países en vías de desarrollo, muchas personas decidieron no dejar su moral neutral y hacer algo al respecto. Es aquí cuando surge el comercio justo, que se puede definir como un sistema comercial en el que prima la solidaridad y las condiciones de vida de los trabajadores por encima de la ley del máximo beneficio al menor coste, incluyendo aspectos como el respeto al medio ambiente, la igualdad de los salarios entre hombres y mujeres, y la prohibición del trabajo infantil.

Los defensores del comercio justo adoptan una postura crítica contra la globalización, pero en lugar de optar por la solución fácil, que sería simplemente continuar quejándose de la misma y decir lo mala que es sin hacer nada al respecto, tratan de mejorarla y hacer que beneficie a toda la humanidad en lugar de a unos pocos. Habitualmente, son empresarios individuales los que implantan medidas de comercio justo en sus actividades económicas. Estos ofrecen salarios dignos a sus trabajadores, así como unas condiciones laborales que les aporten seguridad y bienestar. Sin embargo, todo esto conlleva una serie de costes, lo que incrementa el precio de los bienes o servicios producidos por estas empresas. Es por esto por lo que el comercio justo no sólo depende de la buena intención de los empresarios que lo establecen, sino de los consumidores que deciden comprar este tipo de productos, haciendo que la empresa no quiebre y garantizando la calidad de vida de los trabajadores de forma indefinida. No mucha gente presta atención a la procedencia de los productos que compra, ni a cómo tratan las empresas a sus trabajadores, pero cada vez son más las personas que deciden aportar su ayuda a esta situación y adquieren productos que respetan los derechos humanos.

Existe una Organización Mundial del Comercio Justo que vela por hacer que sean más los consumidores que compren estos productos. Propone los siguientes criterios que deben cumplir las empresas para ser consideradas parte del comercio justo: crear oportunidades reales a los productores para que estos puedan pasar de la pobreza a la autosuficiencia económica, entablar relaciones transparentes y responsables entre organizaciones y grupos productores, respetar las identidades culturales de los productores, acordar precio entre empresas y productores, acabar con el trabajo infantil, contratar a cualquier persona y ofrecer condiciones laborales justas, incentivar la reinversión  en los productores y sensibilizar a los consumidores de las ventajas del comercio justo. Las empresas que cumplen con estos criterios llevan en sus productos una marca de esta organización. Hoy en día son más de 3000 organizaciones/ empresas en 50 países distintos, lo que ha provocado una importante mejora en el bienestar de la humanidad a nivel global.

El comercio justo, a pesar de todo, tiene algunos aspectos negativos a considerar:
-Muchas veces se compran bienes solo por la etiqueta de comercio justo, lo que incentiva al productor a mantenerse en ese negocio, dejando a un lado la posibilidad de cambiar algunos conceptos a la hora de producir o incluso fabricar otros productos más desarrollados. Para que esto no suceda, también se debe ser crítico con los productos de comercio justo y no comprar por comprar.
-En ocasiones, algunos productores aumentan excesivamente el precio de sus productos solo por el hecho de que son de comercio justo, estafando a muchos consumidores que, con buena intención, compran estos productos.
-Provoca desempleo en países del primer mundo y del tercer mundo, ya que las multinacionales pierden clientes que prefieren consumir productos de empresas defensoras del comercio justo.

Estos efectos negativos son mínimos en comparación con todas las ventajas que presenta el comercio justo. Es un proceso lento y costoso, pero es necesario seguir luchando día a día para que más personas se sumen al comercio justo y lograr un cambio.

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